On & off

chilling-in-manicomioEl profesor y yo damos un paseo todas las mañanas, a la misma hora. No formula preguntas ni toma notas, como al principio. Poco a poco, nuestras conversaciones se han instalado en la confortable volatilidad de lo banal. Hizo el doctorado en París, es seguidor del Sporting de Lisboa; a mí me agrada Sandra, la cantante pop alemana, las novelas de viajes, el otoño… Cualquiera vería en nosotros a dos buenos colegas, de no ser por su impecable bata blanca y mi impersonal uniforme de residente.

Caminar en círculos no conduce a ninguna parte.

En medio de una sociedad alienada en la que la mayoría de las personas son mezquinas, vulgares –incluso repulsivas- tienes que encontrar tus propias razones para vivir.

Todo individuo es imperfecto, limitado, incluidos tú y yo. Nadie nace exento de los condicionamientos derivados de factores ajenos a su voluntad:  raza, sexo, lugar de origen, época histórica, posición social, etc. Por eso, el camino hacia una deseable madurez está repleto de escollos.

sanatorio5Las supuestas “opciones” por las que puedes decantarte son producto de un concepto escolástico, tramposo, denominado libre albedrío, según el cual terminas siendo quien has decidido ser, como si existieras en un limbo incontaminado de prejuicios y de lugares comunes y tu voluntad, por lo tanto, no estuviese influida por el entorno social del que procedes. Una utopía, en suma, tan engañosa como un orden social (imaginario), basado en la ausencia de orden, de principios, de autoridad:  puro ejercicio de irresponsabilidad disfrazado de filosofía política.

El primer paso consiste en aceptar la realidad, enfrentarse a ella: en buena medida, comprobarás que, en el fondo, se trata de una confrontación contigo mismo. ¿Podía ser de otro modo?  Tu voluntad y el mundo real son adversarios naturales y tu verdadero yo no puede aflorar sin resolver esa cuestión elemental. En otras palabras, debes buscar tu propio lugar en medio de los demás, resistir, aprender… La huída no es una “opción” (ya sabes que detesto esa palabra, pero en este caso la empleo en sentido estricto). Zambullirse en aguas oscuras, con la placentera sensación de sentirse arrastrado al fondo, puede resultar tentador, pero constituye  una insensatez, un acto de cobardía:  la vida está ahí para vivirla:  ante todo, considérala un don y no una desafortunada casualidad. Debes coger la parte que te corresponde, sin esperar a que los frutos de ese árbol maravilloso lleguen a tus manos, por las buenas…

HuidaRuido de cristales rotos. Una voz de alarma. Avanzo sobre una superficie inclinada, tropiezo, caigo de bruces. Dos celadores me inmovilizan brazos y piernas y me llevan en volandas, alejándome del peligro…

El profesor viene a verme todos los días, pero se limita a intercambiar algunas frases con sus asistentes. Vislumbro difusamente su rostro, pues no llevo puestas mis gafas; intuyo, sin embargo, su contrariedad, detrás de su calculado silencio, de sus cautelosos ademanes. Preferiría que se encarase conmigo, que me insultase, para intentar defenderme:  no recuerdo nada, lo que haya podido hacer, no fue a propósito, etc. No obstante, un pecador, por muy arrepentido que esté, ha de cumplir su penitencia. La mía, en estos momentos, consiste simplemente en volver a empezar. Mi yo malo sometido de nuevo a tutela…

Sin conciencia de estar vivo, no vives de verdad.

Instalarse en las apariencias representa una impostura cuyo resultado es, precisamente, una vida en falso.

Cuando por fin llegues a entenderlo, esperemos que no sea demasiado tarde.

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